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Sommertreffen 2019

  • 12 septiembre, 201920 septiembre, 2019

Como ya empieza a ser tradición, este año hemos vuelto a participar en la reunión de Akafliegs organizada en Alemania todos los veranos, ¡esta vez como miembros oficiales del Idaflieg! Aunque nuestro papel sigue sin ser importante, poco a poco vamos ganando experiencia y ganas de trabajar, lo que nos acerca cada vez más a nuestro objetivo de mejorar la calidad de la educación en la universidad a través de proyectos que favorezcan la aplicación práctica de todo lo aprendido en las clases.

Primer día

La expedición estaba compuesta por ocho miembros del club y, a pesar del ajetreo del viaje, llegamos sanos y salvos a la estación principal de Berlín a tiempo para coger el tren que nos llevaría hasta nuestro siguiente destino: Stendal. De hecho, llegamos tan a tiempo que pudimos comprar todo el material que nos faltaba allí mismo, aunque no tuvimos demasiado en cuenta si había sitio para tanta esterilla…

Algo más de una hora y cien kilómetros después, nuestros amigos alemanes nos dejaban frente a una inmensa explanada verde donde debíamos montar nuestra base. A pesar de nuestra vocación de ingenieros, fue más que evidente que el uso de tiendas de campaña no es uno de los conocimientos que uno adquiere en la universidad, así que tardamos bastante más de lo que nos gustaría admitir.

En cualquier caso, una vez terminada la hazaña pudimos disfrutar de una buena cena y tuvimos la oportunidad de presentarnos ante todos los que habían llegado hasta allí antes que nosotros.

Segundo día

A diferencia de otros años, esta vez el clima no tuvo tanta compasión de nosotros y comenzó un largo periodo de tres días de mal tiempo que nos dejó en tierra con todos los aviones guardados. Sin embargo, nuestro entusiasmo no se detuvo y aprovechamos todo el tiempo libre para continuar desarrollando nuestro proyecto estrella: el velero MAD-1 Rocinante que, si todo va bien, pronto surcará los cielos manchegos de Lillo y, quién sabe si los de Berlín algún día… Así que este día nos servió para situarnos y establecer los equipos que trabajarían en las diferentes tareas que nos habíamos propuesto. Por supuesto, todo esto funcionó hasta que un grupo de alemanes nos propuso pasar la tarde en una instalación de aguas termales a algo más de una hora del aeródromo, a lo que, por supuesto, no supimos decir que no.

Y ésta fue una de las sorpresas del viaje. Una hora larga después de salir aparecimos en un lugar un tanto remoto, bastante amplio y con una apareciencia que no dejaba lugar a dudas: con un aire entre a parque acuático y centro comercial, era evidente que habíamos llegado. Una vez dentro, la decoración era tan imponente como cara era la entrada aunque, visto ahora con cierta perspectiva, el lugar estuvo a la altura. Finalmente, y tras superar algunos problemas que surgieron durante la compra de los bañadores, conseguimos disfrutar de cuatro horas sin prácticamente salir del agua. Pasamos el tiempo entre piscinas de agua dulce, agua salada, burbujas, saunas más frías y saunas más calientes… Pero todo lo que pasó allí, no saldrá nunca de allí, así que solo podemos dejaros una muestra de nuestro estado de relajación:


Las cuatro horas se pasaron más rápido de lo esperado y, sin darnos cuenta, ya estábamos de camino al aeródromo otra vez. En el trayecto, uno de los coches se desvió para poder cruzar el río Elba de una forma un tanto inusual. Al parecer, en las regiones donde el río todavía no ha alcanzado todo su esplendor, existen pasos controlados por una pequeña plataforma (no creo que pueda ser considerado un barco) que cruza el río usando únicamente la fuerza de la corriente.

Una vez cruzado el río no tardamos mucho más en llegar a nuestro destino y, haciendo gala de uno de tantos estereotipos, nuestros guías alemanes habían organizado todo de forma que llegáramos justo a tiempo para la cena. Esta vez sí, nos tocó pagar un Käschtle por el buen rato que pasamos durante nuestra aventura.

Tercer día

Este nuevo día no empezó mejor que el anterior y, de hecho, no hicimos mucho que podamos contar. Cada Akaflieg se centró en sus proyectos, así que pudimos seguir mejorando nuestro diseño que, por aquel entonces, se resistía a volar de una forma más o menos controlada. Uno de nuestros miembros consiguió unirse a uno de los proyectos de otro Akaflieg y pudo trabajar con ellos en la preparación de los ensayos en vuelo que realizarían al día siguiente pero, en cualquier caso, el día se nos hizo bastante corto y sin muchas novedades.

La cena nos sirvió para cambiar un poco de aires y, al final, supimos aprovechar el poco tiempo que nos quedó mientras nuestro estómago hacía lo que podía para adaptarse a nuestra nueva dieta. Con ayuda de Chilly comenzamos a repasar los últimos detalles de la traducción al inglés del protocolo Zacher que Windy había estado preparando en los meses previos. Además, conseguimos hablar con algunos empleados del DLR que prometieron ayudarnos en el diseño de las alas de nuestro avión, lo que puso un bonito final a un día un tanto extraño.

Cuarto día

Bergfest. Y el resumen del día perfectamente podría terminar aquí, pero para evitar que alguno se pierda, daremos una explicación de lo que esto implica. Dejando a un lado la ironía, esta maravillosa palabra literalmente significa «fiesta de la montaña», y esto es así porque siempre se organiza un sábado hacia la mitad del Sommertreffen (pronto descubriréis por qué siempre cae en sábado). El caso es que fue una gran desgracia para todos ver cómo, después de varios días de mal tiempo, fue a salir el Sol justo durante el fin de semana, cuando no se programan vuelos… Así que sólo uno de nuestros socios consiguió darse un buen vuelo acrobático, mientras el resto de nosotros nos quedábamos en tierra trabajando en nuestro gran proyecto.

No fue hasta la tarde, alrededor de las 18:00, cuando empezamos a preparar todo para la noche que nos esperaba. La sala de briefing quedó casi vacía –sólo dejamos cerveza y unos buenos altavoces– y en el exterior, una piscina un tanto pequeña ya se iba viendo venir la que le iba a caer. Y así llegó la hora de cenar, el debriefing y el protocolo de los Käschtle a continuación, donde tuvimos que despedirnos de nuestros amigos de AeroDelft, que ya comenzaban su camino de vuelta a casa. Por suerte, justo antes de que la locura se desatara en el aeródromo, tuvimos la oportunidad de hablar con un tal Festus, empleado de Airbus dispuesto a echarnos una mano con el proceso de diseño y certificación de nuestro Rocinante.

… y lo que pasó después no está demasiado claro. La cerveza empezó correr, las mesas donde hacía no tanto tiempo habíamos estado trabajando se convirtieron en pequeños estadios de Beer-pong, la piscina empezó a llenarse de gente que no sabía muy bien cómo había terminado allí e incluso apareció un remolque lleno de luces que sirvió de terraza.

Las horas seguían pasando y el ritmo no iba a menos. Quizá lo más memorable fue el mote que le cayó a uno de nuestros miembros: «Mitu» desde aquel día, pero el resto de la noche no es fácil de explicar y tampoco creo que seamos capaces…

Quinto día

O mejor dicho «medio-día», ya que fue muy díficil despertarse a una hora más o menos normal. Por suerte estábamos a domingo (ahora ya lo entendéis, ¿no?) y tampoco teníamos vuelos programados, aunque nuestro aspecto y ganas de trabajar se recuperaron pronto y, desde luego, mucho antes que el de algunos de los Akafliegers que allí yacían.

Fue más que evidente que este no iba a ser el día en el que nuestros proyectos llegarían a su fin así que, tirando un poco de patriotismo, echamos una buena tarde jugando a las cartas. Pasamos por todos los juegos conocidos, e incluso conseguimos que algún que otro chico alemán se nos uniera.

Finalmente, el día pasó sin pena ni gloria con la esperanza de que el día siguiente nos permitiera volver a volar por los cielos de Stendal.

Sexto día

Y al fin llegó el esperado lunes. Las nubes se habían ido –más o menos– y el viento y la lluvia habían encontrado un sitio mejor desde el que vernos volar. Salimos de nuestras tiendas directos a por nuestro desayuno lleno de embutido, nocilla y una salsa dulce que al parecer estaba hecha a partir de «marshmallows».

Durante el briefing elegimos en qué avión íbamos a volar cada uno de nosotros y, una vez estuvo todo listo, nos dirigimos a los remolques para ayudar a montar los aviones y llevarlos a la pista. Desgraciadamente, y como sucedió varias veces más a lo largo del día, nos vimos involucrados en una especie de Torre de Babel donde todos querían trabajar pero, por alguna razón, nadie parecía tener muchas ganas de hablar en inglés, así que nos limitamos a mirar y esperar a que todos los aviones llegaran a la otra parte del aeródromo.

Los aviones empezaban a despegar. El torno giraba sin descanso y las remolcadoras sólo se detenían a repostar cuando ya no tenían más remedio. Sin embargo, la gran mayoría seguíamos en tierra, esperando nuestro turno entre gofres, galletas y montañas de botellas de Apfelschörle. Por suerte, los aviones no tardaban demasiado en regresar y, finalmente, todos pudimos subir y realizar algunos ensayos en vuelo donde medíamos el ruido en cabina a diferentes velocidades. Puede que parezca algo sencillo, pero más de uno terminó vomitando con tanto movimiento y, creednos, ser piloto no tiene nada de glamuroso cuando se trata de limpiar un avión después de un incidente así.

El Sol se despidió antes de lo que todos hubiéramos deseado y el baile de aviones se repitió justo a la inversa. En menos de una hora todos estaban guradados en sus remolques, con las alas plegadas, recuperándose del día que ya se terminaba y preparándose para el siguiente. Colocamos las mesas y empezamos a cenar. Sabíamos que ese era nuestro último día allí y que veinticuatro horas más tarde estaríamos haciendo exactamente lo mismo en algún local de Berlín, así que hemos de reconocer que no fue la cena más alegre de la semana. Así, tras el ritual de todos los días, pagamos un Käschtle más por la gran semana que habíamos disfrutado en Stendal y nos dirigimos a la oficina a pagar todas las cervezas que nos habíamos bebido a lo largo de nuestra estancia.

Séptimo día

Amaneció bastante pronto para nosotros que, con bastante sueño encima, teníamos que desmontar y guardar todas las tiendas. La respuesta a cómo lo hicimos queda fuera de nuestro alcance, pero el caso es que, a pesar del sueño y la clara inexperiencia del grupo, fuimos capaces de dejar todo limpio y llegar tan sólo cinco minutos tarde al desayuno. Nuestro Presi aprovechó para comer los últimos waffeln del verano y, poco después, nos encontrábamos de nuevo en la estación de tren de Stendal.

El tren fue bastante rápido. Los asientos en los que viajábamos no favorecían especialmente la comunicación, así que pasamos la mayor parte del trayecto contando avioncitos. Únicamente el revisor tuvo el valor de interrumpirnos en nuestra tarea a escasos minutos de Berlín, por lo que ya aprovechamos para hacer recuento de lo que llevábamos encima y nos preparamos para salir. El tren fue tan puntual al llegar como lo fue al dejar atrás Stendal, así que seguimos nuestro plan y pedimos dos Uber que, con una puntualidad mucho más relajada, nos llevaron hasta el hostal donde pasaríamos la noche. Y decimos la noche porque el resto del día lo dedicamos a explorar la ciudad. El conteo es un poco dudoso y varía según la fuente, pero diremos que en total hicimos cerca de treinta kilómetros por las calles de la capital alemana, uniendo los restos del muro con el monumento a los judíos, el supuesto búnker de Hitler, la puerta de Brandemburgo y el Checkpoint Charlie.

Y tras nuestro tour, comenzó la búsqueda de un lugar para cenar. A pesar de ser una ciudad grande y, como algunos rankings anuncian, llena de ambiente nocturno, lo cierto es que no fue tan fácil encontrar un sitio donde reponer fuerzas sin perder todos los ahorros del verano. Finalmente llegamos a una hamburguesería en el extremo opuesto de la ciudad con un ambiente sorprendentemente familiar al que habíamos encontrado durante nuestra estancia en el aeródromo. Las mesas estaban hechas con tablones de madera y los asientos, si es que había, eran bancos o incluso barras de metal. Sin embargo, todo era mera decoración y hemos de decir que las hamburguesas estuvieron deliciosas.

El regreso al hostal fue otra aventura con final agridulce. En un intento por ahorrar algo de dinero y evitar esperar otra vez a un Uber, decidimos buscar un coche de carsharing y hacer el viaje de vuelta por nuestra cuenta. El plan era dividirnos en dos grupos y llegar al hostal en dos viajes así, en lo que el primer grupo llega, el segundo habría avanzado haciendo que el segundo viaje sea más corto. El problema es que la teoría nunca tiene en cuenta los factores más importantes y, tras unas cuantas salidas perdidas, calles en dirección prohibida y semáforos en rojo, el primer grupo llegó al hostal cuando el segundo ya había recorrido más de la mitad del camino. En cualquier caso, aunque la jugada no nos salió como esperábamos, ganamos una buena experiencia de conducción en la noche berlinesa.

Octavo día

12:25 era la hora objetivo. En ese instante, si todo iba bien, estaríamos despegando para reecontrarnos, horas más tarde, con nuestro soleado país. Todos sabemos que esos horarios nunca se cumplen, que las puertas de embarque se abren cuando deberían estar llamando a los últimos pasajeros más rezagados y que, entre unas cosas y otras, al final el avión tarda otros quince minutos más en empezar a moverse. Sin embargo, nadie quiere perder su vuelo así que no seríamos nosotros quienes pusieran a prueba la puntualidad de nuestra aerolínea.

El desayuno no estuvo nada mal: fruta, tostadas, cereales, tomates, zumo, leche, café, té… Después de la semana que llevábamos fue una alegría para todos poder empezar el día de aquella forma, y más aún con las ajetreadas horas que vendrían después. La llegada al aeropuerto, divididos nuevamente en un Uber y un car2go, estuvo más o menos libre de contratiempos y, excepto por un pequeño susto a la llegada al parking, nuestras maletas –con todas las tiendas y esterillas dentro– entraron en la bodega del avión sin más complicaciones.

Si queréis saber más detalles sobre nuestro viaje o si pensáis que podéis ayudarnos con nuestros proyectos, ¡no dudéis en poneros en contacto con nosotros! Quizás seáis vosotros los que contéis todas estas aventuras el próximo año…

Cursillo ATC IVAO

  • 16 marzo, 201916 marzo, 2019

Desde el Club de Vuelo, entre muchas otras cosas, buscamos fomentar la cultura aeronáutica a través nuestra participación y organización de actividades, charlas, y ferias.

Durante el pasado mes de febrero se ofreció de forma totalmente gratuita un curso de iniciación en IVAO, que para quienes no lo conozcáis, es una plataforma online que enlaza el software de simulación de piloto con el de ATC (controlador aéreo), permitiendo recrear una posición de control con procedimientos y fraseología reales. Pudimos ponernos en la piel de un controlador aéreo en un entorno fiel a la realidad y aprender los aspectos básicos de esta profesión.

interfaz de IVAC, aeropuerto de Barajas

Todo esto gracias a la iniciativa de nuestros compañeros y miembros del club Santi y David, que entre los dos suman más de 560 horas de experiencia en esta plataforma, tanto como pilotos virtuales como controladores. Además, contamos con la colaboración de Carolina, también miembro del club y controladora aérea de profesión.

David resolviendo algunas dudas

La actividad consistió en un total de cinco clases. Las dos primeras se plantearon de forma teórica, donde vimos conceptos de navegación aérea, altimetría, meteorología aeronáutica, fraseología, y nos enseñaron también aspectos generales de IVAC (el software de IVAO para controladores). Posteriormente, pudimos ver en acción a nuestros profes operando en el aeropuerto de Palma de Mallorca, y algún valiente se animó a dar sus primeras instrucciones por frecuencia. Las dos últimas sesiones fueron totalmente prácticas; montamos en las instalaciones de la escuela una sala de control, con posiciones en los aeropuertos de Alicante, Jerez, Fuerteventura, Santiago y Tenerife Sur.

El resultado: éxito total. Llenamos todas las plazas que se ofertaron (incluso las de la lista de espera, que al final, para no dejar a nadie fuera, hubo que duplicar las últimas sesiones). La iniciativa fue muy bien recibida por parte de IVAO, que aprovechando la ocasión organizaron un evento invitando a todos los pilotos virtuales a volar esos días en nuestros aeropuertos.

Queremos agradecer a Roberto Ceballos, Carolina Martinez y Alejandro Abuín que apoyaran a Santi y a David las últimas sesiones echándonos una mano a los aprendices. Y también a Teresa, miembro del club y encargada del Aula Airbus, donde se desarrollaron todas las sesiones.

Por cierto, para los que os hayáis quedado con las ganas, en un futuro saldrán nuevas ediciones, así que… ¡ATENTOS A NUESTRAS REDES!, mientras tanto, si queréis ir empezando en IVAO os dejamos el link aquí.

Interfaz de IVAO
Asistentes controlando en Fuerteventura
Controlando en Alicante

Impresora 3D

  • 13 marzo, 201914 marzo, 2019

A medida que avanzábamos en los proyectos, se hacia más y más evidente la necesidad de poder fabricar distintos moldes y piezas para los proyectos, por lo que, tras debatirlo brevemente, se decidió que era necesario adquirir una impresora 3D.

Tras la campaña de recaudación de fondos realizada las pasadas navidades, fuimos capaces de adquirirla, gracias a las generosas donaciones recibidas.

Gracias a esta impresora que hemos podido comprar, una Creality Ender 3, hemos podido crear distintas piezas vitales para el simulador, así como los soportes para los sensores de la plataforma de ensayos y experimentación en vuelo.

Aún quedan muchos proyectos que afrontar, pero seguro que con esta herramienta y el debido conocimiento del software implicado en la impresión 3D se podrán llevar a cabo satisfactoriamente.

  • Diseño engranaje
  • Engranaje Impreso en PLA

Idaflieg Sommertreffen 2018

  • 4 septiembre, 201813 marzo, 2019

Este año 8 miembros del club de vuelo, Santi, Ales, Inés, Rober, Fran, Jorge, el presi Andrés y yo, Teresa; nos fuimos a Alemania al Sommertreffen. Para aquellos que no sepáis lo que es os pongo un poco en contexto. En Alemania el vuelo a vela está muy extendido y cada Universidad tiene un “Club de Vuelo” propio, allí se llaman Akaflieg. Estos Akaflieg juntos forman un club grande llamado Idaflieg, que se reúne dos veces al año en un evento llamado Sommertreffen y otro llamado Wintertreffen. En esas reuniones los Akafliegs aprovechan para realizar los ensayos de sus proyectos, si son de aviones, ensayos en vuelo y si no otro tipo de test, además, algunas empresas les ceden aviones (Sí, les ceden aviones GRATIS) para que realicen una serie de pruebas.

Día 1:

El primer día nuestro avión salía a medio día. Después de hacer un pequeño picnic en la T2 de Barajas nos fuimos a nuestro avión, un 737 de Air europa. El 737 es el avión favorito de Santi así que cuando se enteró de que volaríamos en él no paró de repetir que quería volar en cabina. Al final, como es muy pesado, la azafata se apiadó de él y le dejó echar un vistazo un poco largo que duró hasta que aterrizamos en Frankfurt, aterrizaje incluido.

En Frankfurt tomamos el primer tren hasta Stuttgart, allí teníamos media hora para ver la ciudad y eso hicimos. Llegamos al siguiente tren de suerte. Ese tren nos llevaría a Aalen, un pequeño pueblo a unos 20 km del aeródromo a dónde íbamos.

Llegamos bastante tarde así que nos fuimos a la cama directamente.

Día 2:

Nuestro primer día. A primera hora, después del desayuno, nos explicaron cómo se hacía en “Zacher”. El “Zacher” consiste en una serie de ensayos que se realizan a la aeronave para testear sus actuaciones en vuelo. En él se lleva la aeronave a diferentes situaciones donde se miden tiempos de respuesta, fuerza y desplazamiento del timón de mando y las distintas respuestas del avión en diferentes ángulos de cabeceo y alabeo. Una vez terminado, nos fuimos a probarlo de verdad. Hay que decir que estos vuelos donde se realiza el zacher no suelen ser divertidos (al menos no la primera vez), porque requieren una alta concentración e incluso llegan a generar náuseas debido a que, a la vez que vuelas las diferentes maniobras, debes ir realizando anotaciones. Mientras unos volaban, los otros ayudaban a remolcar aviones, y así pasamos el resto del dia.

Día 3:

Primer madrugón de verdad. A las 5:30 para ser exactos. Los test para trazar la polar de los aviones tienen que realizarse con las mejores condiciones de viento en calma y ausencia de nubes, el amanecer suele ser buen momento para ello. Utilizando un Discus provisto de sofisticados aparatos de medida, entre ellos una pitot más grande (la cual era mas cara que el resto del avión) se realiza un vuelo en el que se comparan las actuaciones de este avión con el deseado, en el caso de este dia, un mini-lak.

El resto del día más Zacher y remolque de aviones.

Día 4:

Cargar aviones y hacer Zachen era divertido pero llegó el turno de la ingeniería. El grupo se separó en dos. La mitad, con ayuda de gente de los Akafliegs trataron de hacer un dispositivo para retrasar y suavizar la entrada en pérdida. La otra mitad nos dedicamos, a través de lanitas, a analizar el flujo alrededor del fuselaje de un Duo Discus-T para tratar de descubrir porqué las trampillas del motor se abrían.

Solo pudimos volar el primer proyecto. Se descubrió que el dispositivo apenas bajaba la velocidad de entrada en pérdida y que la hacía más brusca así que el resultado no fue demasiado bueno.

A última hora del día un nuevo miembro del club se unió al grupo, Enrique, vicepresi y responsable del área del Akaflieg Madrid.

Día 5:

A lo largo del día tuvimos la oportunidad de probar bien los proyectos del día anterior. El sábado es un día que en teoría no se trabaja y que se vuela por placer y eso hicimos.

Durante todo aquel baile de aviones, llegaron unos representantes de la empresa austríaca Diamond, un piloto de pruebas, un ingeniero jefe y una directora de marketing. Vinieron con uno de sus aviones más nuevos, una Da-62, en la cual algunos de los chavales pudieron volar. Esta empresa vino buscando gente a la que contratar u ofrecer prácticas.

Una cosa que nos resultó muy curiosa de este día fue la capacidad que tenían los alemanes para subirse a un avión en el que no habían volado nunca antes y salir con el sin antes recibir instrucción en él. Esto se debe a que, previo al Sommertreffen, realizan otra reunión en la cual demuestran su pericia como pilotos, recibiendo así autorización para volar los aviones del resto de Akafliegs.

A última hora tuvo lugar la fiesta del Sommertrefen, “Bergfest”, así que tuvimos que parar de volar pronto para ponernos guapos para la fiesta, todos bien uniformados con nuestro polo del Akaflieg.

Utilizando un torno como escenario/cabina de DJ, un grupo de chicos de diferentes Akafliegs tocaron un par de canciones y luego pusieron música. También había una piscinita de plástico que a eso de las 2 de la madrugada utilizamos para dar unos largos y así hacer algo de ejercicio.

Día 6:

Este día está prohibido pilotar aviones si has bebido alcohol en las 24h anteriores, así que el domingo fue nuestro día de descanso.

Aprovechando que teníamos un coche a nuestra disposición, nos fuimos a pasar la tarde en un laguito cerca del aeródromo y así conocer un poco la zona.

Día 7:

Nuestra última mañana en el aeródromo. Nos apuntamos para ayudar en los vuelos del amanecer, pero se cancelaron por mala meteo así que nos volvimos a la cama, algunos ni llegaron a salir de ella.

Tras el desayuno a las 8:30 nos acercaron a Aalen para visitar un poquito el pueblo y después coger el tren que nos llevaría a Frankfurt.

Llegamos allí a media tarde y tras una duchita nos fuimos a ver la ciudad.

Día 8:

Nos levantamos relativamente temprano para seguir visitando Frankfurt, ciudad que nos gustó a todos, y por la tarde cogimos otro 737 que nos traería de vuelta a Madrid. Esta vez decidimos que Inés, en caso de que nos dejasen volar en cabina, sería la que iría pero los tripulantes de cabina no eran tan majos y nadie pudo volar.

Revisando el SB-5 en Ocaña

  • 13 marzo, 20164 diciembre, 2018

IMG_0213 - copiaComo plan para este soleado domingo algunos miembros del Club de Vuelo hemos visitado el aeródromo de Ocaña (LEOC). Al llegar nos hemos encontrado con José Luis, instructor de una nueva escuela de vuelo de LEOC que, tras enseñarnos la remodelación de su hangar para crear un lugar apropiado para la escuela, nos ha ofrecido unos vuelos en su maravillosa Tecnam.

Pero no se trataba de un día de ocio, la revisión de nuestro SB-5 nos estaba esperando. Si montar el avión resultó una tarea complicada pese a tener mano de obra suficiente, desmontarlo para meterlo de nuevo en el remolque se podría considerar una odisea. Al final de esta jornada todos los que allí estábamos conocíamos con exactitud la posición de cada tornillo del avión. Tras la revisión se determinó que el avión estaba en perfectas condiciones a falta de hacer unos pequeños retoques. Sin duda, un domingo maravilloso.

Painting Contrails II

  • 13 marzo, 20164 diciembre, 2018

Tras meses de trabajo la segunda edición del concurso llega a su fin, siendo anunciados los ganadores la pasada noche. En unos días anunciaremos la gala de entrega de premios en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio de la UPM, y nos pondremos en contacto con los ganadores para entregarles su premio. Aquí os dejamos la clasificación, contando con conocidos spotters a nivel nacional, como Miguel Suárez, que ha ganado el concurso con una espectacular fotografía de un A320 de Iberia en Asturias, o Jorge Guardia con su toma de un A400M.

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El Club quiere agradecer a los participantes y patrocinadores, ya que sin ellos este concurso no habría sido posible.

Un saludo y gracias de nuevo,

La Organización.

Madrid Air Sim Meeting 2016

  • 8 marzo, 20164 diciembre, 2018

No eran todavía las ocho en punto de la mañana, y ya nos agolpábamos los miembros del club participantes en el que, probablemente, haya sido uno de los eventos de divulgación aeronáutica más grandes de todos aquellos en los que hemos participado, llenos de ilusión y nervios, pero, sobre todo, ganas de enseñar a pequeños y grandes los entresijos del mundo de la aviación ligera, en el que nos desenvolvemos como pez en el agua. Para ello, contamos con un estand convenientemente equipado con dos pantallas y múltiples fotos representativas de las actividades que llevamos a cabo durante un año, así como la estrella de nuestra participación y, probablemente, una de las del evento: el simulador de vuelo sin motor puesto a punto por miembros del Club.

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Varias fotografías presentes en nuestro stand de las actividades en las que participamos este año

(Fotografía de Gonzalo Flores)

El inicio de la frenética jornada auguraba un día agotador en el que llevar los turnos a rajatabla no sería nada fácil, teniendo en cuenta que la gran mayoría de participantes del Club éramos también voluntarios de la organización. Sin embargo, el mecanismo diseñado con anterioridad comenzó a rodar bien engrasado: en el estand, un mínimo de dos personas se encargaban de la información general de nuestras actividades, contando para ello con las citadas fotos, una presentación-resumen y un vídeo divulgativo que no dejaba indiferente a absolutamente nadie que pasaba a nuestro lado. Asimismo, en el estand también se repartían las tarjetas imprescindibles para el acceso al tan ansiado vuelo en simulador, situado a puerta cerrada y custodiado por otro miembro encargado del recibimiento y formación de grupos reducidos de ocho personas, que recibirían de su parte una introducción al contexto histórico del avión accidentado sobre el que se construyó el mismo. Una vez en contexto y, una vez dentro de la sala de simulación, otro de nuestros avezados pilotos o miembros con experiencia de vuelo ofrecería a los grupos un briefing personalizado orientado a su familiarización teórica con el vuelo a vela y a la adquisición de unas nociones básicas sobre el manejo del aparato del cual tomarían los mandos en apenas unos minutos, finalizando con una rápida descripción de la misión a llevar a cabo.

Con el fin de permitir el vuelo de la mayor cantidad de personas posible, la misión a realizar fue idéntica en todos los casos: una maniobra de aproximación y aterrizaje desde la posición de viento en cola, justo en paralelo con la pista objetivo. Si bien es cierto que pilotar no es algo que, en general, se aprenda al primer vuelo, la situación no resultó en extremo desastrosa para muchos de los primerizos que se pusieron en nuestras manos, consiguiendo en muchos casos encadenar virajes sin mayores problemas bajo la supervisión de nuestros instructores, aunque el aterrizaje sea un momento que todavía se resiste a muchos.

Al final, con el hardware del aparato tan exhausto como nosotros, pudimos concluir la jornada con una declaración de éxito absoluto, habiendo contabilizado una cantidad superior a las 250 personas en nuestro simulador que, a buen seguro, se llevaron una magnífica sensación, la sensación moverse en libertad a través del aire, aunque esta vez sea desde el suelo.

05032016-IMG_4589(Fotografía de Gonzalo Flores)

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¿Dónde estamos?

Lunes – Viernes
Pza. Cardenal Cisneros, 3, 28040 Madrid

Fines de semana
Aeródromo Municipal, Ctra. el Romeral, s/n, 45870 Lillo, Toledo

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